Soy una esclava sexual, una mujer que estoy obligada a complacer a un hombre en todo lo que me pida, totalmente sometida a su influencia dominante. Supongo que «puta» es teóricamente la palabra más indicada para referirse a mí. Lo cierto es que le he vendido mi cuerpo a un hombre, a uno solo, a cambio de dinero. Este trato me obliga a serle fiel, discreta y a dejar que haga conmigo lo que se le antoje movido por sus más desaforados deseos.
Lo curioso es que nadie me ha obligado a llevar esta clase de vida. La he escogido yo al no salirme una oportunidad mejor. Él no me ha forzado a llevarla. Ni ha sido él quien me ha buscado a mí. Ni me han secuestrado o golpeado brutalmente para someterme. He sido yo la que lo he decidido por voluntad propia.
Y lo he hecho para salvar una vida.
Me llamó Paula Chaves, pero puedes llamarme Pau. Esta es mi historia.
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Soy un hombre que pagó por tener sexo. No es que me hiciera falta, ya ves, pero era la única manera de no acabar bien jodido. Bueno, que me «jodieran» era básicamente el objetivo, pero no en el sentido que me refería antes. En resumen: Pagué una cantidad desorbitada de dinero, dos millones de dólares para ser exactos, para poseer a una mujer durante dos años. Ella era virgen y merecía bien la pena, pero entonces hice lo impensable.
Me enamoré de ella.
Para empeorar más las cosas, descubrí la razón por la que, de entrada, había puesto su cuerpo en venta. Lo hizo para salvar una vida. Yo la compré para echar un polvo.
Está claro que yo era el cabrón en la ecuación, pero iba a compensarla aunque muriera en el intento.
Mi nombre es Pedro Alfonso y esta es mi historia.
GENIAL !!!!!
ResponderEliminarSuper😎
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